
Poco después de las siete o cerca de las ocho de la mañana suelen ser los horarios en que pocas hojas quedan por recoger, aun con ese movimiento ligero a la escoba, compartido entre la trabajadora de Servicios Comunales Mirna Peña Guerra y su nieta Rachel Cordovés Gutiérrez.
Para la pequeña los días de vacaciones no son solo de juegos y recreación, ni le disgustan ocasionales llamadas para levantarse a las seis, por el apego con su abuela, mientras su hermana gemela, Sheila, se decide por la mamá.
En esa apacible compañía familiar poco a poco desaparecen las hojas secas o desechos arrojados bajo algún banco por manos imprudentes; y antes de concluir la jornada Mirna está al tanto de otros cuidados que no forman parte de su contenido de trabajo, pero favorecen la jardinería.
Bien recompensan a sus 36 años de trayectoria laboral la acertada decisión de cambiar sus ocupaciones de maestra y dependienta de farmacia por la de barrendera para apoyar mejor a su hija en la preparación académica que la convirtió en Maestra, y ahora a las nietas.
Además de las tareas escolares, ellas desarrollan sus habilidades para el arte en la compañía “Las Hormigas Rojas”, y bailan en las carrozas infantiles, con ayuda de la abuela que los sábados las lleva hasta la casa de la cultura “Tomasa Varona”
De los 9 años en Servicios Comunales ya suman tres en el actual puesto, donde la acompaña su nieta Rachel, de once años, y a veces la ayuda a recoger la basura, barre con su pequeña escoba, o tan solo la anima al seguirle los pasos tras el carrito.
Mirna lo ve como un modo de ir incitándola al trabajo que “forja al hombre nuevo y es bueno impregnarle a los hijos ese ejemplo de laboriosidad”. Aun no tiene planes de jubilarse porque le gusta lo que hace, reconoce el beneficio social de su labor, y velar porque no arrojen basura, ni suban las bicicletas o crucen por las áreas verdes. Nunca le han faltado el respeto cuando llama la atención por alguno de esos actos, “eso va en la forma que uno se dirija a las personas; usted va con buena forma, no puedes maltratar y después querer que no te maltraten”.
Hace cinco años atendieron su solicitud de una vivienda al otorgarle un apartamento grande, con buenas condiciones, de lo que Rachel recuerda: “a mi abuela ese día le subió hasta la presión, la veía feliz, se lo dijeron por la noche y ella repetía la noticia como si fuera por Radio Reloj”.
Desde su modesto empleo, esta mujer integrada también a las actividades en la comunidad reafirma su amor a lo que hace “y a esta Revolución, tengo mucho que agradecerle y vengo de una familia que ayudó a forjar esto que tenemos hoy; barriendo hice a mi hija licenciada, y siempre pensando en hacerse master y continuar superándose”.
En esta última semana de agosto, las gemelas comenzarán los ensayos para los carnavales de la ciudad capital porque bailan en las carrozas infantiles.
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