A su paso por Cuba (Nicolás Maduro) aprovechó para hacer un contacto conmigo y saludarme personalmente como había prometido, el 13 de agosto. |
Ayer recibí la visita del Presidente de la República Bolivariana
de Venezuela, quien realizó un viaje al exterior relacionado con la defensa de
importantes intereses petroleros de su país.
A su paso por Cuba aprovechó para hacer un contacto conmigo
y saludarme personalmente como había prometido, el 13 de agosto del presente
año cuando tuve el privilegio de cumplir 88 años. Ese día me había obsequiado
algunas frutas, entre ellas, unas pequeñitas como perlas, que yo ni siquiera
había visto nunca y son de excelente sabor. También me regaló un uniforme
deportivo, obsequio de los atletas venezolanos que buscan laureles para su
país.
Me alegró extraordinariamente que cumpliera tan pronto su
visita, no solo por el honor que implica su presencia y acción rápida, que
requiere la difícil tarea de llevar adelante la épica lucha de Hugo Chávez,
sino también por las actividades excepcionales que está realizando.
Nuestro mundo está viviendo un momento excepcional y único,
cada día es mayor el número de personas que está pendiente de ello. Entre tales
acontecimientos, uno de los más dramáticos es el genocidio que se lleva a cabo
en la Franja
de Gaza, donde 1,8 millones de seres humanos viven acorralados entre el
desierto, el mar y el poderío militar de un país del Oriente Medio, donde el
imperio más poderoso que ha existido nunca ha creado a lo largo de más de medio
siglo, y a un costo, según algunos estimados, que se aproxima a cien mil
millones de dólares, una potencia militar nuclear sofisticada y a la vez
irresponsable. Muchas personas se preguntan: ¿Quién gobierna a quién, Estados
Unidos a Israel o Israel a Estados Unidos?
Los hechos son visibles. Cohetes con blancos programados,
bombarderos veloces y precisos, artillería blindada y tanques modernos, atacan
edificios repletos de personas, así como a hospitales, escuelas e instalaciones
de servicios, matando niños, jóvenes, ancianos, madres y padres indefensos.
Antes ocurrían hechos atroces. Sin remitirnos desde luego a
pasados milenios, sino a luchas que sucedían antes de la Segunda Guerra
Mundial: guerra de Etiopía, Guerra Civil de España, bombardeo de Guernica,
guerra de Japón para conquistar a China, intervenciones de Estados Unidos en
América Latina; hechos que causaban conmoción, pero que en nada se parecían a
las espeluznantes escenas que hoy se observan en las imágenes que cada
ciudadano ve en sus hogares por televisión. Los políticos se turban y el caos
se hace evidente en la política mundial.
Por ello resultó tan útil el encuentro con el Presidente
Venezolano. Me pareció sin embargo que guardar silencio no beneficiaría a
nadie. Con la mayor sinceridad lo felicité por lo que estaba haciendo por el
pueblo mártir de la Franja
de Gaza. Que los países que sufren una tragedia merecen una ayuda continua en
la medida de los recursos de un país, por dura que sea su propia situación. Eso
fue lo que hizo Cuba, aun en sus tiempos más difíciles, bajo el feroz bloqueo
yanki que dura ya más de medio siglo.
Lo que hace hoy Venezuela es un ejemplo excepcional. Son
conocidas las medidas púnicas del imperialismo contra ella, desde que
intentaron derrocar a Chávez con el apoyo de la oligarquía fascista de
Venezuela, y eliminarlo si fuera posible. Éste nunca vaciló y fue solidario con
nuestra Patria en los tiempos más difíciles.
Felicité a Maduro por su extraordinaria solidaridad con el
pueblo heroico de la Franja
de Gaza. Apenas llegaron noticias del genocidio y el elevado número de niños,
madres y otras personas heridas o asesinadas por los ataques genocidas de
Israel, ordenó preparar un avión militar de carga, de fabricación
norteamericana, que solo con grandes dificultades puede superar el bloqueo de
piezas por sus fabricantes, y enviarlo con equipos, medicamentos y alimentos
esenciales a Egipto con destino a Gaza; envió además al incansable Ministro de
Relaciones Exteriores a El Cairo a fin de obtener el apoyo pertinente para
hacérselos llegar a quienes desesperadamente lo necesitaban.
Desde entonces los valientes pilotos venezolanos transportan
su carga humanitaria, que permite salvar madres, niños y ancianos de la muerte.
Leía hoy sin embargo un despacho de la agencia AP procedente de Venezuela, en
el que se publican declaraciones de la “Asociación de Clínicas y Hospitales de
Venezuela, que agrupa” a “centros de salud privados del país”, pidiendo al
Gobierno que se declare una “emergencia humanitaria” para hacer frente a la
“escasez de insumos, medicamentos, equipos médicos y repuestos” que, aseguran,
“ponen en riesgo la vida de la población.”
¡Qué enorme casualidad! Esta demanda se realiza precisamente
cuando en la Franja
de Gaza se produce el genocidio yanki-israelita de la zona más pobre y
superpoblada de esa comunidad que ha vivido allí a lo largo de milenios.
Eso es lo que hace tan meritoria la conducta de Maduro y los
militares y especialistas venezolanos que llevan a cabo tan ejemplar acción
ante la tragedia del pueblo hermano de Palestina.
Muchas cosas se podrían decir ante este hecho notable si el
Homo Sapiens lograra vivir -lo que estaría en sus manos-, y no se extermina a
sí mismo.
Durante un recorrido por áreas que implican grandes
perspectivas alimentarias, aparecen dos trabajadoras. Les pregunté si conocían
al acompañante. Lo miraron bien y dijeron: “El presidente Maduro”, y sonrieron
con picardía. Les pregunté qué nivel de escolaridad tenían. La más joven dijo:
“12 grados”. La otra, todavía joven y fuerte, respondió que era graduada como
profesora de Educación Física y Deportes, en lo que trabajó varios años.
Finalmente les pregunté si estarían dispuestas a trabajar en Venezuela, y con
entusiasmo me respondieron: “¡Por supuesto que sí!”.
No me extiendo si pretendo publicar este escrito hoy mismo,
como le expresé al Presidente venezolano.
Fidel Castro Ruz
Agosto 20 de 2014
6 y 44 p.m.
(TOMADO DE CUBADEBATE)
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