lunes, abril 27, 2015

Todo el tiempo para demostrar amor




"¿Qué puedes hacer para promover la paz mundial? Ve a casa y ama a tu familia".
                                      Madre Teresa de Calcuta
              
Las horas del día serían pocas si minuto a minuto quisiéramos demostrar el amor que sentimos por nuestros seres queridos, y buscáramos más a menudo el momento para comunicarnos por cualquier vía con esos amigos, que aunque medien largas distancias, o la rutina laboral y doméstica nos absorba, ahí están siempre.

Hace algunos años me apropié de la idea de Margarita, una profesora universitaria de Las Tunas, referida a que entre hermanos decidieron reunirse en las fechas de los cumpleaños de cada uno de ellos para celebrar, y cambiar la rutina de verse más en velorios que en esas ocasiones de alegría.

Ciertamente no he podido cumplirlo del todo, pero sí lo hacemos con regularidad los días 25 de enero que es el cumpleaños de mi madre, ya octogenaria, ahí con varios achaques, aunque voluntariosa como siempre. Como por ley de la vida la cuenta es regresiva, no quiero perderme la ocasión de acompañarla en una de las fechas más importantes de cualquier persona.

Algo de nostalgia siento al recordar la última vez que compartí con mi papá, cuando lo visitamos casi todos los hijos, y yo quería viajar temprano de regreso a mi casa. Para el almuerzo sacrificaron un carnero, cuando pedí el adelanto de mi ración, entre bromas todos dijeron que era para comer, no para llevar.

Los minutos siguieron pasando hasta que disfrutamos el almuerzo, y solo después salí, sin saber entonces que en 2001 sería el último Día de los Padres que estaríamos junto a nuestro progenitor. No ceder a la prisa fue mi mejor decisión.

Problemas de salud de familiares y amistades hoy me hacen escribir este breve recuento porque siento que nunca hacemos lo suficiente por quienes más amamos.


jueves, abril 09, 2015

Firmas de gente sencilla por Venezuela



La noche del miércoles, entre música tradicional venezolana y canciones dedicadas al inolvidable líder Hugo Chávez, demostraron su solidaridad los miembros del Comité de Defensa de la Revolución número 9 de la zona 251, en la ciudad de Las Tunas.

Solo bastó con fijar la fecha y la hora, para que allí estuvieran amas de casa, jubilados, estudiantes, y algunos trabajadores que aún no habían estampado la rúbrica en su colectivo laboral.

A la sencillez la enalteció cumplir con el deber moral de acompañar al pueblo venezolano, contra del decreto ejecutivo estadounidense que señala al país suramericano como una amenaza. 

sábado, abril 04, 2015

La espera, ¿es aburrida?


"...Nos pasamos la vida esperando que pase algo... 
y lo único que pasa es la vida, 
no entendemos el valor de los momentos, 
hasta que se han convertido en recuerdos..."

Bob Marley, poeta y músico jamaicano.



La vista solitaria del parque me atrajo, no por si misma, sino por reconocer a alguien sentado en un banco inmerso en la lectura del periódico, cual si no tuviese prisa y disfrutara tan apacible escena, interrumpida apenas por la continua brisa de inicios de abril.

Mientras me aproximaba supuse que estaba de vacaciones, se tomaba una mañana de entretenimiento en la calles, y tal vez era un punto de encuentro pactado de antemano con un amigo, una pareja o cualquier otra persona.

Ya frente a él, solo captó mi presencia al escuchar el saludo, seguido de la interrogante de si esperaba la guagua; de inmediato respondió que apenas lo separaba una parada del lugar de destino.

En realidad son dos, y al hacerle la precisión me dio el argumento de ser muy aburrida la espera del ómnibus. Entonces lo miré sin más comentarios, con la certeza de encontrar en su rostro, envejecido a destiempo, la testarudez de siempre para ignorar las sugerencias por su bienestar.

Me despedí sin robar un segundo más de su tiempo, pero me acompañó la frase de lo aburrido de la espera, y sentí pena hacia él porque ha puesto límites a la vida y los sucesos trascendentes. Así la existencia no pasará más allá del levantarse para seguir vagamente las rutinas de alimentarse y cumplir un horario de trabajo.

La propia vida es una espera. Cada día es nuevo para el afecto familiar, donde un hijo luzca el incipiente bigote, un nieto pida ayuda al arreglar la patineta o la madre anciana reciba el consuelo a los achaques de la vejez.

Para él se fue la juventud, se ha detenido el tiempo en ese parque solitario, a donde llega en las escasas horas de sobriedad porque es más duradera la embriaguez; no importa con cuanto dinero, si bastan sorbos de alcohol.