En la oriental provincia de Las Tunas permanece en la memoria el seis de octubre de
hace 40 años por el atentado terrorista a la nave de Cubana explotada en pleno
vuelo, entre cuyos 73 pasajeros viajaban los tuneros Leonardo Mac Kenzie Grant
y Carlos Miguel Leyva González.
Marisela Irene Leyva González, la hermana de Carlos, testimonia que “esta fecha
siempre se recuerda con mucho dolor y con mucha tristeza porque fue un crimen
tan horrendo que la humanidad lo repudió y nosotros seguimos repudiándolo
porque no se ha hecho justicia”.
(Foto: Archivo Granma) |
“Nosotros vamos a seguir luchando por esa justicia que más temprano
que tarde se va a hacer, yo viví momentos muy difíciles, difíciles, yo como su
hermana, mi papá se enfermó, mi mamá también, aquellos fueron horas, momentos muy difíciles”.
“Fuimos a La Habana
al entierro y yo pensaba que estaba soñando, me pellizcaba y decía esto no
puede ser posible porque yo lo había visto con tanta energía, un muchacho tan
íntegro, tan bueno, con las aspiraciones de las Olimpiadas del 80. Un grupo de
jóvenes magníficos, buenos atletas, buenos estudiantes”.
“Para mi me resulta triste la fecha, pero siempre estamos llorando la
ausencia de él, es imposible que se
pueda olvidar nuestra historia, hay muchos muertos, muchos sabotajes, eso no se puede olvidar
jamás, desde antes y hasta ahora todo las cosas que nos han hecho”.
“Ahí tienes una cosa tan criminal que es el bloqueo, y los gobiernos
de Estados Unidos están siempre financiando esos grupos para que aquí nos maten
las personas, hagan los sabotajes, todos son así”.
“Es muy grande el dolor, las pérdidas que hemos tenido en varias
circunstancias. Yo conocí a Nemesia en La Habana, con una ametralladora le llevaron un
pedazo de un pie”.
Recuerdos de familia
“Carlitos estaba en un área de
gimnasia, y un día empezó a dar saltos y vueltas en la casa, y mi mamá le dijo ay no mijo no me gusta ese deporte que un
día te va a pasar algo, y entonces el empezó la esgrima con McKenzie”.
“Yo siempre le decía que él era un joven viejo porque no hablaba
mucho, era callado, y siempre lo veía sentadito ahí en el Memorial (Mártires de
Barbados) donde nosotros vivíamos, me sentaba al lado y le decía qué piensas, y me contestaba: en el futuro Mari.”
En confidencia le contó de las aspiraciones de estudiar ingeniería
naval en la entonces Unión Soviética.
“Conversábamos, y a él le gustaba mucho Nino Bravo y nos poníamos a
cantar juntos, yo le llevaba cuatro años. Para Carlitos su familia era lo
principal, su mamá, su papá, su hermanito Duglas, su sobrino, el único que
tenía”.
“Hasta él me dijo no te
preocupes, no le celebres el cumpleaños al niño hasta que yo no venga de
Venezuela porque me van a dar 15 días, le dije está bien mi amor no se lo
celebro, y el día antes lo mataron. Yo nunca le celebré un cumpleaños a mi
hijo, ni ahora después de grande”.
“Mi mamá lo estaba esperando en la terminal de ómnibus para
despedirlo, yo paré un carro que iba
pasando y le dije ay por favor señor lleve a mi hermanito hasta la terminal, y
dice cuál hermanito –él era alto,
alto- ¿ese es su hermanito?”.
“Yo recuerdo que andaba con un pitusa y un pulóver amarillo, me parece
así verlo cuando salió con unos tenis corriendo a coger el carro, le di un beso
y ya no lo vi más. Él venía con todos
los equipos de florete y se pasaba horas ahí dándole lijita, echándole grasa, cuidando
sus cositas”.
“Recuerdo que me llamó para que lo ayudara a cerrar la maleta y mi papá iba pasando y le
dijo, Carlitos ten cuidado que en los aviones hay problemas, y cuando se fue no
dormía, me avisaban que mi papá estaba en el parque y yo lo buscaba, y me decía
hasta que Carlitos Chicho no venga yo no
duermo, él tenía el presentimiento aquel”.
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