Fidel en la Sierra Maestra |
Al llegar la inequívoca
realidad del fallecimiento del Fidel de las tantas batallas, siempre
victoriosas, no pude evitar remitirme a la conversación informal con una vecina
en la tarde del fatídico viernes 25 de noviembre, pues como un presagio definí su comentario de
sentirse triste en ese día invernal.
Acoté que los días
grises suelen provocar cierta melancolía, sobre todo si nos sucede algún
problema o un hecho doloroso, y recordé después algo narrado por la colega Katiuska
Blanco, autora de varios libros acerca del líder histórico Fidel Castro Ruz,
pues a él le llegaba la nostalgia en jornadas similares, que imagino de leve
llovizna, sin sol o con su luz opacada.
Luego pensé en la serie de
trabajos del periodista Luis Manuel Quesada Kindelán, publicados por la radio
local en homenaje al Comandante en Jefe por su cumpleaños 90, varios de los
cuales constituyen vivencias de encuentros diversos en los primeros años del
triunfo revolucionario.
Tiene el privilegio de ser
testigo de ese fervor patriótico y de movimientos del máximo líder por sitios
del país, pero también el de contarlo, y ahora con los días del póstumo
homenaje coincide otra anticipada serie, desde la salida de México de los
expedicionarios del yate Granma hasta el
desembarco por Las Coloradas.
Ahí vuelven, por suerte, otra vez las coincidencias en el trabajo
reporteril de mi colega, incluso en su etapa de jubilado, lo cual le
agradecemos infinitamente en el gremio periodístico como igual lo ha hecho la
audiencia.
Escuchar las historias
legendarias de Fidel me apasiona desde la niñez, cuando en mi hogar humilde
veía a mi padre -ya fallecido- en espera de cada discurso, primero por la radio
y luego por la televisión, pues cuando el Ejército Rebelde combatía en las
serranías a él como a otros tantos campesinos pobres les sembraban las dudas de
que sería un gobierno más.
Pero la vida le dio tiempo
para convencerse de lo contrario; sus hijos pasamos de la primaria a otras enseñanzas,
y yo, al graduarme en la universidad me libré del destino casi seguro de ser solo
ama de casa. Todo lo cambió, para mejor, la libertad conquistada por ese
gigante de la historia.
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