miércoles, septiembre 02, 2015

Septiembre junta a Giustino con Fabio



Al dejar su último aliento el primer día de septiembre en La Habana, el amigo italiano Giustino Di Celmo se mantuvo fiel a la decisión de consagrar el resto de su vida a residir en Cuba para luchar por la justicia,  tras la pérdida de su joven hijo Fabio, víctima del atentado terrorista en el hotel Copacabana, el 4 de septiembre de 1997.

Muchas veces lo imaginé en los intentos de cambiar en su memoria la historia del fatal suceso, que solía describir desde el recibimiento de Fabio en el aeropuerto el día anterior, cuando sintió un abrazo “como nunca”, y después muy rápido ocurrían trámites de negocios y la prisa del muchacho por un compromiso ligado a su pasión por el fútbol.

Cuánto se lamentaba en el relato de que con solo un instante más frente la puerta de la habitación,  la bomba hubiese explotado antes de su llegada al lobby; pero la insistencia de pagarle su salario o darle dinero no lo retuvieron por suficiente tiempo.

Varias veces escuché el relato durante sus visitas a Las Tunas, donde afirmaba: “sin discriminación de ciudad tengo un cariño particular porque aquí besé 50 niños y nunca me pasó esto en la vida…No puedo olvidar jamás, hasta el último instante de mi vida que yo quisiera todavía hacerlo, y cuando estoy un poquito triste recuerdo esto y me siento renacer otra vez.

Este era quizás uno de los alicientes frente a un dolor que nada podía curarlo; tan solo lo habría aliviado su gran anhelo: “ojalá que la justicia triunfe en el mundo porque esta es una cosa normal para  la humanidad”.

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