domingo, febrero 22, 2015

Dar y compartir



Mientras los adultos conversan no sabe de qué, la pequeña Analía, de dos años de edad, tiene su ración de helado casi en el fondo del vasito, cuando la mamá le pide brindarle a la vecina, y extiende la manito en lugar de llevarse la cucharita a la boca. 


Lecciones de solidaridad en el dar y compartir son inherentes al pueblo de Cuba desde la cuna; a medida que las personas transitan a la adultez practican cómo no ser indiferentes al dolor de los demás ni ante alguna circunstancia embarazosa, de lo cual se cuentan vivencias.


Durante sesiones gratuitas en la sala de rehabilitación del área de salud del policlínico “Pity Fajardo”, de esta ciudad de Las Tunas, al intercambiar del tema Moraima relató que da “el asiento en la guagua a los ancianos, les ayudo con la jaba o a cruzar la calle”, y en el caso de Flor, “en la farmacia un hombre que ni conozco me completó el dinero para medicamentos, cuyo precio era superior al que yo suponía”. 


Para ella, “son tan cotidianos ese tipo de gestos que pude notar diferencia en la atención de salud en Estados Unidos, cuando acompañé a mi yerno al hospital debido a un sangramiento, y antes del examen médico debió responder varias preguntas al trabajador social acerca del pago del servicio”. 


La conversación había surgido precisamente a partir del noble gesto de compartir un paciente el mentol con una mujer que olvidó el de su esposo para los masajes. Así vemos a diario ese desprendimiento multiplicado frente al egoísmo, que aunque minoritario, lacera valores trasmitidos desde la familia, la escuela, y la vida cotidiana.


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