miércoles, octubre 15, 2014

Ana Herminda y su Orden 17 de mayo

Foto/Angeluis)
La serenidad de su mirada y la sonrisa leve son los adornos naturales de la menuda figura de Ana Herminda Acosta Hechavarría, engrandecida en sus 33 años de trayectoria   al constituir en  el 2014 la única campesina en Cuba condecorada con la Orden 17 de mayo, antesala del título de Heroína del Trabajo.

Para ella “eso es lo más grande que uno puede tener, porque se dio una medalla y yo fui esa mujer. Pero soy la misma Ana de siempre. El que llega  a mi casa yo lo atiendo con cariño, no tengo mala forma para nadie, y eso hizo que lograra hacer lo que hice, a una cooperativa que no existía convertirla en Vanguardia Nacional”.

“Me siento muy honrada y feliz con todos estos años de trabajo;  para mí  ha sido una experiencia inolvidable y cuando muera – por lógica- si volviera a vivir fuera anapista.” De ese modo sencillo resume su dedicación a la tierra, en 50 años de matrimonio.

Por la comprensión asegura, “mi esposo es maravilloso, él me dice anda tú tienes que ir, yo envaso esta leche, no puedes hacer quedar mal a la ANAP. Así ha podido transitar por tantos escenarios, en reconocimiento a la obra conjunta en la cooperativa de crédito y servicio “Victoriano Martínez”, de  Vega Nueva, en el municipio sureño de Jobabo.

Como “bien cuidada”  describe la finca, con 110 mil cabezas de ganado vacuno e incremento este año del plan de producción lechera a ocho mil litros; y atrás queda eso de ser en un tiempo casi la única campesina, pues a raíz de la entrega de tierras en usufructo se han incorporado varias mujeres, muchas con crianza de animales, y otras al acompañar a los esposos en algunas faenas.

Mucho inspira el ejemplo de quien por más de 14 años integró el Comité de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, ha participado en congresos de esa organización y de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), activos de la mujer campesina, y como estímulo se le otorgó un viaje a Canadá.

“Yo guardo los mejores días de mi vida junto a mis campesinos” -expresa emocionada- “la ANAP casi me forjó, yo soy campesina de nacimiento,  pero fui creando un conocimiento tan  grande, sin ser una profesional, y si yo no sabía algo me acercaba y preguntaba cómo se hace esto, cómo debo presentarlo, y cuando alguien se acercaba a mí,   nadie se fue de mi casa sin la orientación”.

Varias lecciones le quedan por trasmitir:  “Siempre aconsejando a la juventud que no cojan un camino desviado, que sientan amor por lo que hacen, lo que vale es la moral de la persona, la seriedad, la disciplina, que te ganes un prestigio no por la ropa que traes sino por lo que eres capaz,  con tu ejemplo,  de trasmitir a los demás”.

También conmina a no cansarse: “porque los momentos malos pasan,  cuando tienes un resultado tú piensas que lo hecho ha valido la pena.   Muy feliz, muy feliz me siento”.

“Me llevo el mejor recuerdo de los años vividos al pie de esos campesinos, aun cuando pienso que estoy ya en la despedida, siempre hay algo que me motiva,  me llena de alegría, y muchos me ayudaron. Recibí el cariño, el reconocimiento, no pensé nunca en mí  sino en todos, a mí  me daban una tarea y luchaba por cumplirla, y no hubo una en la cual  incumpliéramos”.

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