Antonio Guerrero con sus hijos Tony y Gabriel. |
Antonio dijo algo
que tanto él como yo hemos sentido otra vez, el fenómeno de la desaparición,
incluso el olvido de ese tiempo que dos personas han estado separadas, pero con
una constante conexión del corazón y de la mente (algunos quizás le llamen
“alma”), la cual trasciende al tiempo cuando se encuentran otra vez.
Habían
pasado 4 años desde la última vez que pude visitar a Tony en la penitenciaria
de máxima seguridad de Florence, Colorado. Muchísima vida ha volado a toda velocidad en ese
período, incluyendo mi mudanza a San Petersburgo, Florida y la de Antonio a la
prisión de mediana seguridad de Marianna, permitida por el cambio a una menos
draconiana sentencia.
Para mí, la visita
anterior había sido una “caminata en solitario” desde los Cayos de la Florida hasta Atlanta, de
ahí a Colorado Springs hasta Palmer Lake (donde amigos de los Cinco gentilmente
me acogieron y me hospedaron) y finalmente el arribo a un apartado lugar del
desierto rocoso donde está ubicada la metrópolis carcelaria de Florence.
Y así, otra vez, me
invadió, en esta última visita, ese sentimiento de que el tiempo no ha pasado.
Esta vez vine acompañada de mi hermana Joan, su esposo Lou y nuestro hermano
Richard, quienes viajaron unos desde Seattle, Washington y el otro desde
Oakland, California. Creo que fue en el segundo día de la visita que Tony
comentó que se sentía como si conociera a Richard, Joan y Lou mucho más de lo
que pudiera sugerir el tiempo que había pasado junto a ellos, cuando se
conocieron.
Las horas volaron.
Cada día nos quedábamos sorprendidos cuando las 6 horas que permiten de visita
llegaban a su fin.
La primera cosa que
todos notamos fue lo bien que lucía Antonio (Lou hizo la comparación de cómo se
veía ahora con respecto a las fotos que ha recibido a lo largo de estos años en
las cartas de Antonio). Si no en la más perfecta condición física (debido a que
los estragos del estrés de una terrible experiencia necesariamente graban sus
marcas), Antonio irradiaba una salud más firmemente tomada en sus propias
manos, a pesar de los 16 años de prisión acumulados. Uno está saludable, primeramente, porque cree que lo
está y actúa acorde con ese pensamiento. La calidad de la energía que Tony
proyectó hacia nosotros en su animada y generosa conversación sobre los hilos
más significativos de su periplo fue algo que nos deleitó ver y escuchar.
Al tiempo que él
nos hablaba, sus gestos y su humor, marcas de su personalidad juvenil y jovial,
brillaban y a mí se me pareció al Tony que sé es él, más relajado y más en paz
que en las visitas previas, aunque él siempre ha sido optimista, con una mente
clara y fuerte.
Él comenzó su
conversación ofreciéndonos detalles del arresto, aquel 12 de septiembre de
1998. En su narración intercaló otros aspectos de su vida en Miami y de su
traslado a los Cayos. Nos contó de su primera etapa en Key West, donde el azar
o la sincronización, así como las amistades que fue forjando lo condujeron a
varios trabajos para poder mantenerse. Con cada paso, incluso a través del
horror y del estrés del aislamiento, a través del trato cruel y de la colosal
injusticia,
Él es para
mí el guerrero pacífico, de corazón bravo y verdadero, resuelto e idealista,
alguien que lucha contra el dragón, que es a la larga nuestro propio miedo. Al
final, su objetivo es sanar, es hacer más integro (y más hermoso) a sí mismo y
al mundo.
Antonio nos
describió las condiciones del “hueco”, del juicio; nos explicó sobre las
sentencias, la apelación; nos habló de Leonard Weinglass y de los abogados que
lo precedieron; nos narró sobre sus traslados a través de Oklahoma y la atroz
caja negra que le ponían sobre las esposas durante la transportación; nos dio a
conocer detalles de los primeros días en Florence, nos explicó sobre la
audiencia de re sentencia. Conversamos sobre temas políticos y sobre el estado
actual del caso. Comentamos sobre René, Gerardo, Ramón y Fernando. Hablamos
sobre Cuba y el presente momento que vive su pueblo. Tony nos ofreció su
filosofía sobre la política y la vida. Le preguntamos su opinión sobre la
situación en Ucrania y nos ofreció detalles de las noticias que le ha dado
Manuel (que vive allí). Nos platicó sobre sus familiares y sobre muchos otros
amigos.
A modo de
entretenimiento jugamos a las barajas, al parecer es el único juego disponible
a los visitantes. Nos unimos todos en un entusiasta tope de Casino, juego que
mi hermano Rich “tiburón a las barajas” y yo aprendimos cuando éramos muy
jóvenes, de nuestro abuelo Elías. En otra ocasión, tras Richard explicarnos
cómo se jugaba, nos enfrentamos en lo que se conoce como “Vueltas de
Corazones”.
Tony nos comentó
sobre el proyecto del libro en que trabaja sobre el ajedrez en las prisiones y
nos habló sobre los lazos que ha establecido con estudiantes en Cuba amantes
del ajedrez y sus maestros.
Debido a la
ausencia de un cake de nata en las máquinas de comida, celebramos el cumpleaños
de mi hermano, el lunes 9 de junio, con 5 chocolates Reese, dispuestos en un
plato como un cake y adornados con palillos de pretzel que hacían de velitas.
Ese día, más temprano, en el área donde los visitantes esperan ser autorizados
para entrar a la prisión, una madre y sus dos hijos le cantaron a Richard un
Feliz Cumpleaños en la lengua Cherokee, apto seguido un señor mayor de una
pareja de California le ofreció su versión en inglés del Happy Birthday.
En el salón de la
visita, nosotros nos unimos con Antonio y le cantamos un Cumpleaños Feliz.
Y, entonces,
Antonio nos habló sobre el arte. Es una alegría ver el artista en que él se ha
convertido, producto de la convergencia de muchos elementos, pero sobre todo
debido a su amor y dedicación al arte. Yo conozco que sus dibujos con grafito y
sus trabajos de caligrafía lo condujeron a los lápices de colores y de ahí a
los pasteles; luego vino la acuarela y más tarde el óleo. Yo conozco cómo sus
poemas fueron escritos para dar a otros todo lo que podía dar de él, lo que
ellos le significaron para sobrevivir y más aún para crecer.
Él nos
habló de su decisión de no cambiar su arte por dinero, en aquella etapa
temprana en la cual se convirtió en un prolífico retratista, una decisión
congruente con la verdadera naturaleza de Antonio.
Después de la
última visita el lunes, nos dirigimos al moderno edificio del Departamento de
Salud del Condado Jackson, que está localizado cerca de la prisión, y allí
pudimos ver un óleo de Tony que es la imagen de un hombre inclinado consolando
a una niña que está abrazada a una de sus piernas. Esta obra cuelga en el Salón
de Reuniones adyacente a la
Oficina del Director de este centro.
Para nosotros este
encuentro con Antonio ha sido algo verdaderamente significativo e inspirador, y
con certeza fue lo más destacado de la visita de mis familiares “al este”.
Margaret L. Becker.
Junio 2014
N.R Margaret es ciudadana norteamericana; fue
pareja de Antonio durante varios años