domingo, enero 19, 2014

Rutinas de domingo



El primer día de cada semana me levanto temprano en la mañana, aunque no tenga que ir al trabajo, pues actualizo varias tareas domésticas, pero en este decidí quedarme un poco más en la cama; aunque despierta, me mantuve acurrucada bajo la frazada porque el amanecer nublado y frío era oportuno para remolonear en la cama.

Parece que mi colega Edilia lo adivinó, casualmente necesitó comunicarse por teléfono conmigo, y luego un vecino me llamó mientras pasaba en bicicleta por la calle lateral a mi casa. Por supuesto que no me molestaron, lo cual confirmé al comprobar que el reloj marcaba ya las 9.22 a.m.

Hora muy justificada para dejar la cama -sin apenas arreglarla-, y el acostumbrado aseo matinal; a lo cual siguió un recorrido con escala en la vivienda del vecino, quien se ocupó de mi desayuno, luego hice una pequeña compra en un kiosco de la red de Tiendas Recaudadoras de Divisas, y visité a una amiga para saber de ella y su madre convaleciente, que concluyó con un buen café de despedida.

De paso, entre ambos sitios, conversé unos minutos con Carmen y su hija Yanet, amigas de la tertulia de tecleros de Las Tunas, quienes me actualizaron del reciente y próximo encuentros.

Incluso me quedó el tiempo justo para acudir a la manicurista, oportuno para ayudarla con unas tabletas que necesitaba para su hijo asmático. Al regresar a mi casa me ocupé del almuerzo, de comunicarme con amigos de FB, escribir para el blog y de ahí ver la película del programa Arte Siete de Cubavisión, que es una de mis aficiones de domingo.

Este breve recuento hace posible que no tenga tiempo de aburrirme. Muchas personas me tienden su mano, y a cambio trato de corresponderles.

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