Hermoso paraje |
Por
intermedio de su amiga Evelyn, del norteño Puerto de Manatí, buenas migas hizo
mi hija Ethel con un grupo de jóvenes que desde esa localidad reservaron
capacidades para la base de campismo “El Yunque”, en Baracoa, la ciudad Primada
de Cuba, con el embullo de disfrutar de sus encantos.
Lamenté
mucho no poder seguirlos, aunque me hubiese resultado difícil el ritmo de viaje
que llevaron.Salieron
jueves, a la una de la madrugada en tren desde la Terminal del ferrocarril
de la ciudad de Las Tunas hacia Santiago de Cuba, luego a Guantánamo por
carretera; y solo en horas de la tarde recibí la comunicación de la llegada a
Baracoa, junto a la vista al mar desde el
malecón, pues nada más divisaban la montaña que le da
nombre a la instalación recreativa.
Sin mencionar los contratiempos, Ethel me
contaba de la admiración por lo atractivo del sitio, mientras los demás
averiguaban como llegar al lugar de destino, que ninguno había visitado.Como
campistas continuaron un tramo en coche, y luego otro a pie (4 kilómetros) por un
terreno montañoso hasta llegar a la base, donde pernoctaron en tiendas de
campaña llevadas por el grupo.
El
lunes siguiente, al regreso, me describió todo como precioso, de mucha
vegetación, árboles enormes, montañas alrededor, el río Duaba riquísimo, en el que se
refrescaron desde los primeros minutos de la llegada, por la noche disfrutaron
del show en la instalación y después “a descansar que estábamos muertos del
viaje”.
Al
día siguiente fueron en burros a la cascada, una divertidísima experiencia, en
la que uno de los muchachos se cayó 3 veces. Como Las Tunas no es favorecida
con los ríos, una novedad resultó para los tuneros el lugar serrano, con el
agua muy fría, de tanta transparencia que podían ver las piedras en el fondo.
El
sábado y domingo la estancia fue en una casa de renta de Baracoa, como
posibilidad de aprovechar mejor el viaje con el recorrido por la ciudad, todo lo cual les dejó el deseo de regresar en cualquier
otra fecha.
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