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"No ha de desperdiciarse ocasión alguna para la entrega, es
necesario estrechar una mano, acariciar una frente mustia porque es obra de
cada instante y necesita siempre alimento nuevo”; versos de José Martí, Héroe Nacional
de Cuba, que imagino en medio del insomnio nocturno, o entre líneas de alguna carta, arrugada de tanto revivir
historias a la distancia de casi tres lustros de separación.
Para mujeres valerosas, con la complicidad de madrugadas,
en la soledad de la habitación rebosará la añoranza de encontrarse en el nuevo
amanecer, en la próxima semana, en pocos días… el anuncio del retorno de sus
esposos, un deseo que no desvela la conciencia de quienes pueden poner fin a la
separación.
La paz de sus hogares parece borrar los sentimientos hacia
fuera, al ignorar peticiones del mundo, en foros, en mensajes electrónicos, que
solo esperan de las autoridades el gesto humanitario de hacer valer los
derechos de los Cinco cubanos, que
reciben otro día de San Valentín lejos de la Patria y de sus seres más queridos.
Una fecha en
la que ante Gerardo Hernández volverá a estar la añoranza de su Adriana: Amor, se acerca
la fecha de los enamorados y una vez más continuamos separados; todos los años
decimos lo mismo, ¡este será el último! Desde 1998, para ellos se esfuma que “es
necesaria la existencia de mutuas solicitudes, un beso, una mirada, una entrega
diaria.”
Tanto tiempo negado para el reencuentro
les impide recuperar sus vidas familiares, en lo mucho que se han perdido unos
de otros, volver a lo cotidiano de profesarse amor y disfrutar de sueños
postergados y presentes, porque “Como el hueso al cuerpo humano, y el eje a una
rueda, y el ala a un pájaro, y el aire al ala, _así es la Libertad la esencia de la
vida”.
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