Con el traslado hacia el
Grupo de Investigaciones y Calidad, desde mediados de junio hago realidad eso
de incursionar en un puesto de trabajo con funciones diferentes, aunque
vinculadas a mi especialidad.
Próxima a completar los
treinta años de vida profesional (marzo 2016) dedicados casi en su totalidad a
la labor reporteril en la radio, la
decisión causó sorpresa. Mi salida del Departamento informativo no la pensé
demasiado, ni esperé criterios; ahora
hay quienes suponen que me siento aligerada respecto a la premura de las
coberturas de prensa.
Es cierto, aunque por
momentos siento algo de nostalgia. Pero en el nuevo puesto espero ser útil como
lo he sido en las anteriores responsabilidades, pues se trata de la posibilidad
de aportar experiencias y contribuir a mayor calidad de la programación de
Radio Victoria, a partir de valoraciones y sugerencias.
Integro ahora un colectivo
pequeño, de seis especialistas, a quienes veo desenvolverse con cierta
facilidad entre el manual de la calidad, resoluciones, expedientes de programas,
consulta de fichas de control, códigos para el pago a artistas... Me preocupa
el dominio del lenguaje técnico, porque conozco acerca de disposiciones para
cargos periodísticos, pero es mucho más amplio y se trata de análisis,
monitoreos y otras acciones integrales.
A veces bostezo muy a
menudo, y otras me inserto mejor en las valoraciones, lo cual me parece acorde
a las nuevas circunstancias, hasta que logre acoplar con las tareas, luego de
casi tres décadas de práctica periodística tan vivencial, de ajetreo compensado
con temas o sucesos apasionantes y la satisfacción de los protagonistas al
saber difundida su obra.