sábado, noviembre 26, 2016

Fidel, por siempre gigante


Fidel en la Sierra Maestra

Al llegar la inequívoca realidad del fallecimiento del Fidel de las tantas batallas, siempre victoriosas, no pude evitar remitirme a la conversación informal con una vecina en la tarde del fatídico viernes 25 de noviembre,  pues como un presagio definí su comentario de sentirse triste en ese día invernal.

Acoté que los días grises suelen provocar cierta melancolía, sobre todo si nos sucede algún problema o un hecho doloroso, y recordé después algo narrado por la colega Katiuska Blanco, autora de varios libros acerca del líder histórico Fidel Castro Ruz, pues a él le llegaba la nostalgia  en jornadas similares, que imagino de leve llovizna, sin sol o con su luz opacada.

Luego pensé en la serie de trabajos del periodista Luis Manuel Quesada Kindelán, publicados por la radio local en homenaje al Comandante en Jefe por su cumpleaños 90, varios de los cuales constituyen vivencias de encuentros diversos en los primeros años del triunfo revolucionario.

Tiene el privilegio de ser testigo de ese fervor patriótico y de movimientos del máximo líder por sitios del país, pero también el de contarlo, y ahora con los días del póstumo homenaje coincide otra anticipada serie, desde la salida de México de los expedicionarios del  yate Granma hasta el desembarco por Las Coloradas.

Ahí vuelven, por suerte,  otra vez las coincidencias en el trabajo reporteril de mi colega, incluso en su etapa de jubilado, lo cual le agradecemos infinitamente en el gremio periodístico como igual lo ha hecho la audiencia.

Escuchar las historias legendarias de Fidel me apasiona desde la niñez, cuando en mi hogar humilde  veía a mi padre -ya fallecido- en espera de cada discurso, primero por la radio y luego por la televisión, pues cuando el Ejército Rebelde combatía en las serranías a él como a otros tantos campesinos pobres les sembraban las dudas de que sería un gobierno más.

Pero la vida le dio tiempo para convencerse de lo contrario; sus hijos pasamos de la primaria a otras enseñanzas, y yo, al graduarme en la universidad me libré del destino casi seguro de ser solo ama de casa. Todo lo cambió, para mejor, la libertad conquistada por ese gigante de la historia.